La disfagia no solo afecta a la nutrición, sino también a la calidad de vida del paciente y su familia. Con una intervención logopédica adecuada, es posible adaptar la dieta y aplicar técnicas que permiten comer y beber con mayor seguridad, evitando complicaciones y recuperando la confianza en la alimentación diaria.
El tratamiento de la disfagia combina ejercicios de fortalecimiento orofacial, maniobras para facilitar el paso de los alimentos y educación sobre posturas y rutinas seguras durante la comida. El objetivo es prevenir riesgos y favorecer una deglución eficaz en cualquier etapa de la vida.
Es un trastorno de la deglución que dificulta o impide tragar alimentos, líquidos o incluso la propia saliva de manera segura. Puede provocar atragantamientos, tos frecuente o riesgo de neumonías por aspiración.
El logopeda evalúa el tipo de disfagia y diseña un plan terapéutico individualizado con ejercicios orofaciales, maniobras compensatorias y adaptaciones en la dieta para mejorar la eficacia y seguridad al tragar.
Aunque es frecuente en personas mayores, también puede aparecer tras un ictus, en enfermedades neurodegenerativas, como consecuencia de cirugías y tratamientos médicos e incluso en niños, como disfagia infantil.
La seguridad depende del grado de disfagia que presente el paciente. Generalmente, se recomienda adaptar la textura de los alimentos (triturados, espesados o gelificados) para reducir el riesgo de atragantamiento y facilitar la deglución.